Primer premio relato corto del IV Certamen 25N
Le gustaba su calzado deportivo. También la forma en que, inconscientemente,
movía los pies. (¿Quizá él también estaba algo nervioso?) Sí, ella enfocaba al suelo,
seguramente por la costumbre. Pero él la instó a alzar la mirada. Apartó la interrogación
que un mechón ondulado dibujaba sobre su rostro. Quedó al descubierto alguna cicatriz
delatora de guerras pasadas. ¡Qué bonita mirada triste! Ella se encontró con unos ojos
locuaces muy sinceros; lo parecían.
Y entonces, ocurrió. Con ella en primer plano —debatiéndose entre la
incertidumbre y el deseo de creer— empujó y se la acercó. Temmblloorosa, quiso
retroceder, pero ya era tarde. Cerró los ojos para no ver el golpe. Los volvió a abrir,
asustada. No sonaba el trueno después del relámpago en aquella extraña tormenta.
Unos brazos fuertes la envolvieron con suavidad, como al más preciado regalo.
Qué sensación tan cálida. Aquello debía de ser… bueno, aquello era ¡¿un abrazo?! Ay, se
echó a llorar, la muy tontona… Pero esta vez, ¡de felicidad!
Estamos en la radio, ¡qué buena onda!
De la mano de InventArte. Todas las gracias y alguna más a esta asociación cultural y social.
Un comentario
¿Lo que más me gusta? La luz de esperanza, que hasta del infierno se sale.